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31 de Octubre de 2023

Prendía una vela negra frente al altar, en el silencio de la ciudad, después del tráfico de las siete de la noche.

La niebla abrazaba el cuadro pintado por la arquitectura de los ochenta, que se veía en la ventana.

Hoy estaban más cerca que nunca, y era una oportunidad que no se podía desperdiciar.

Tenía papel, esfero y las fotos de los dos.

Quisiera que este encuentro fuera más que solo conversar, quería oír sus voces, sus risas, oler el perfume de cada uno, quería volver el tiempo atrás…. Pero ninguna bruja jamás ha podido hacerlo.

“…te extraño, quisiera que estés aquí crear arte, para que veas que los gatos son animales maravillosos, para oler otra vez el pie de manzana de mi niñez…”

“…quiero volver a escuchar tus carcajadas, por favor, ríete como esa noche en la playa , y cuéntame cómo fue tu niñez, déjame abrazarte fuerte y darte un beso en la frente…”

Sus dos mejillas se veían decoradas por un par de lágrimas simétricas a cada lado, que a la luz de la vela, eran de oro.

No era una en la habitación sino tres, o a lo menos eso veía la gata de los ojos acaramelados.

Cada uno tenía una mano reposada en su hombro, mientras escribía las cartas y las quemaba, rodeada de el círculo luminoso, con las rosas rojas en el altar, y con las ofrendas brillando en la luz bailando, de las velas.

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